sábado, 28 de abril de 2012

SINCRONICIDAD (3)

(Mar de invierno)
 
«Veintiuno de abril, sábado.
Ayer fracasé en el intento de encontrar un regalo. Quizá fue que no lo buscaba con el suficiente ahínco. Salí tras comer en ese sitio extraño, en Sarriá. Comí bien. Me sentí mal. Nada más alcanzar el Carrer Major, me entretuve en una librería desconocida, hurgando en todas las mesas, subiendo y bajando. Compré un hermoso ejemplar ilustrado de El viento comenzó a mecer la hierba de Emily Dickinson. Era un regalo de amor, pero no el de mi fracaso. Al regresar al carrer ya me esperaban; no tardé en descubrir que la tienda de aquellas camisas estaba cerrada. Cierra los sábados por la tarde. La idea era enviar la camisa por correo postal a Frankfurt, pero fracasé
»Veintidós de abril, domingo, víspera de Sant Jordi.
Sé que algunas librerías están hoy inusualmente abiertas. Son casi las ocho. Paso por Laie en Pau Claris a pesar de la fecha. Mañana seguramente será peor. En un vistazo de azul desvaído encuentro un buen libro de la Generación Beat, un libro que habla de Jack Kerouac, escrito por quien llegó a quererle. No es el regalo que andaba buscando ya he hablado de mi fracaso—, pero una vez le vi con un ejemplar de En la carretera, una edición de bolsillo anaranjada retitulada En el camino y supuse que le interesaría.
»Veintitrés de abril, lunes, Sant Jordi.
Me han regalado la última novela de Maruja Torres. Viene con una dedicatoria de amor firmada por ella misma.
»Veinticinco de abril, miércoles.
He terminado la carta para el envío del libro de Joyce Johnson sobre la Generación Beat, la Generación de Kerouac, Ginsberg, Corso, Burroughs y tantos otros, carta que, indolentemente, dejé sin terminar el veintitrés por razones prosaicas y he aprovechado para buscar una manera de ahondar algo más en las relaciones humanas hablando del viaje de Kerouac a Tánger narrado por Daniel Rondeau. Tras cruzar varios mensajes, muy cerca ya del mediodía, he ido a comprar un buen sobre, he llevado el paquete a correos y lo he facturado a Frankfurt. Repasando mis lecturas he descubierto una entrada del día 23 en el blog de JPQ que habla de un libro de Barry Gifford. Me he tomado la libertad de copiar este poema y enviarlo a quien me tiene:

TU CARA

Finales de otoño
y tu cara
está cambiando
Cuando nos encontramos
el aire era cálido
Vi la herida
tras tu belleza
Ahora algunas veces
cuando estamos juntos
esta cicatriz desaparece
y ahí estás
de nuevo una muchachita
sin dolor
Anoche, tumbados
uno en brazos del otro,
en la cama de tu hija
me preguntaste
¿Qué ocurrirá
cuando estemos de verdad
enamorados?
Solo sé
que te adoro cada
día más
que el viento
no se llevará las hojas
de vuelta a los árboles
Amor mío, es
finales de otoño
y mi cara
está cambiando, también.


(BARRY GIFFORD, Back in America, Ed. Renacimiento, Sevilla 2011)

»Al atardecer, no he podido resistirme y, corriendo, he vuelto a pasar por Laie a encontrar el libro. Luego he caminado suavemente, entre ráfagas mojadas, para mirar unos ojos. Retiro la cubierta de plástico y encuentro el rollo manuscrito de En la carretera expuesto en el Bar Tosca de San Francisco, una pequeña elegía a Gregory Corso, al lugar de su entierro en Roma, un poema que susurra sensaciones conmovedoras sobre el día que murió Ginsberg y muchas otras sombras de agua. El broche final reproduce las últimas palabras de Arthur Rimbaud en su lecho de muerte: el blog de JPQ se llama “Una temporada en el infierno”

»Busco un regalo, pero no lo encuentro. Lo que sí encuentro es el libro de Joyce Johnson sobre Kerouac y, al recordar un posible interés como forma humana de comunicación con un ser muy querido, decido mandarlo. Termino de redactar mi carta y acudo a correos para el envío a Frankfurt. Esa misma mañana he leído la reseña que JPQ hizo en su blog del libro de Barry Gifford, copio el poema que transcribe y también lo envío por causa de amor. Por la tarde, al no resistirme, acudo a la librería a comprar el libro de Gifford y descubro que los primeros poemas están todos dedicados a Kerouac, a Ginsberg, a Corso... El libro concluye con las últimas palabras de Arthur Rimbaud antes de morir: el blog de JPQ se llama “Una temporada en el infierno”.»