jueves, 22 de octubre de 2015

EMPLEOS MISERABLES

(Santa Eulalia de Abamia)


«Luisa es panadera. Trabajaba en una gran superficie, una enorme superficie en la que importa poco si uno es pescadero, panadero o reponedor. La acaban de despedir. La contratan por periodos de tres meses, contratos inmorales e indecentes de tres meses generados bajo la reforma laboral de esa ministra innombrable que recuerda siempre a Millán, el de “Martes y Trece”. Luego, la dejan un mes en la calle, como si estuviera de vacaciones sin sueldo, en una condición miserable y, si procede, al cabo de un tiempo la vuelven a contratar de la misma forma, bajo la misma indecencia, tres meses sin más.
El ministro Guindos (de), del que, lamentablemente, ya tuvimos que hablar aquí hace algún tiempo[1], ha tenido el cinismo de decir hoy que los resultados de la Encuesta de Población Activa del tercer trimestre son incluso mejores que los que había vaticinado su ministerio. Es un empleo de mierda que el señor ministro considera excelente.
Hace unos días el Tribunal Supremo anuló el despido de una pescadera provocado por la indecencia de otra gran superficie, por la indecencia de Mercadona. Al parecer, la empleada había tenido el atrevimiento de regalar una pescadilla a una cliente, en lugar de tirarla a la basura, aunque la vergüenza e indecencia de Mercadona también sabe a ciencia cierta que una gran cantidad de personas desamparadas se la disputarían entre tal basura al final del día.  
Algunas veces incluso los ministros bobos, de voz gangosa, tendrían que tener la decencia y oportunidad de callarse la boca. Alguien les callará la boca próximamente, vamos a callarles la boca de una vez y para siempre, pero durante los últimos cuatro años han arrasado con todo, dejando un rastro podrido, como el de la pescadilla de Mercadona que corresponde al departamento de eso que se llama “recursos humanos” en toda gran superficie.
Luisa preparaba y cortaba mi pan y la han echado a la calle.
Era panadera en una gran superficie.»

sábado, 28 de marzo de 2015

COMO UN DESIERTO

(El Palmar)
(18-02-2015)


«Brazos pequeños.
Mis manos
acogen mis muñecas:
las abrazan
Son pequeñas.
No se corresponden
con todo lo vivido
para quien resta
muy poco por vivir.
No leo nada,
no investigo nada:
prevengo mi ausencia,
organizando mis lágrimas
que son los riegos,
aunque muy poco.
Labores de orden,
sin ningún sentido
y finalidad incierta.
Alcanzo la mitad.
No puedo dormir
después del mediodía,
mientras permanezco,
hasta entrada la noche,
amarrado a asuntos tenues,
 azorado por algún porvenir,
limitado por mi conciencia,
tan atormentada.
Sólo el desconcierto,
el abandono,
la apatía.
No estoy atribulado.
¿O sí?
Estoy casi vacío,
Como un desierto.»
r





sábado, 16 de agosto de 2014

NACIONALISMOS





«De todas las personas que por suerte o desgracia he llegado a conocer soy el único, creo, que no consideraría un insulto que lo llamaran animal. Mientras más trato a los animales, más me convenzo de que entre ellos y los hombres no hay ninguna diferencia, como han querido sostener algunos embaucadores, y que sencillamente aquello en lo que nos diferenciamos de los animales no prueba del todo la superioridad humana. En efecto, lo que esencialmente los distingue de nosotros es que han copiado de los hombres todo lo bueno que tienen y han evitado imitar lo malo, lo perjudicial y lo ridículo. Nunca han discutido sobre las visitas en Año Nuevo, ni sobre el hábito de fumar ni sobre el impuesto al tabaco, o cualquier otro impuesto; no juegan a las cartas, no beben más que agua, o leche cuando son pequeños, no mantienen ejércitos, ignoran qué quiere decir patria y propiedad privada y por ello no entablan pleitos ni hacen guerras, sólo enfrentamientos cuerpo a cuerpo por cuestiones que les interesan de forma directa y personal como pueden ser la posesión de un verde prado o el favor de una hermosa hembra de la misma especie, una gata, una perra, una leona, una yegua o una cierva. Y limitan sus vínculos familiares a los estrictamente necesarios y no molestos. Tienen padre y madre, pero no tíos, primos, abuelos o nietos. Y, lo que es más importante, no tienen suegros y suegras.
Como viven con lo que les envía la Divina Providencia, según la máxima evangélica, no están sujetos a la obligación de hacer testamento e ignoran que existen en el mundo notarios y verdugos, juzgados, médicos, cárceles, cuarteles, hospitales, comedores de caridad y figones económicos. No quiero decir con esto que ponga en duda la utilidad o necesidad de estas cosas, sino simplemente que resulta difícil considerar dichoso al hombre por algo de lo que no puede prescindir a causa de las deficiencias de su cuerpo y de su mente. Y tampoco hay que considerar una ventaja menor el que los animales puedan comer sin cocinero, vestirse sin sastre, casarse sin cura, parir sin la ayuda de una comadrona y morir sin la colaboración del médico o del verdugo.»
(EMMANUIL ROIDIS)
(“RELATOS DE SIROS”) [1]


[1] EMMANUIL ROIDIS, “Relatos de Siros”, Universidad de Sevilla Ed., Sevilla 2010 (pág. 81)

viernes, 7 de marzo de 2014

MADRE

(Madre)
 
Ocho años más tarde subtituló como “reivindicación de una hermosura” otro poema “A mi madre”, que termina:

y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra
y ahora que el poema expira
te digo como un niño, ven
he construido una diadema
(sal al jardín y verás cómo la noche nos envuelve)

«Muere Panero el 7 de marzo de 2014; unos días antes, una semana, muere Ana María Moix.»

jueves, 30 de enero de 2014

EL CASTAÑO NO SABE QUE SE LLAMA CASTAÑO

(Palo de Poo)


«[…] quien quería preguntarle de dónde sacaron los árboles sus nombres…»

                                                                                         (DEREK WALCOTT)



«Y de ahí, a Amado Nervo…»

 

lunes, 20 de enero de 2014

CON LA SOLEDAD NOS VAMOS: HAY QUE CUIDARLA, ACEPTARLA Y NO TEMERLA





«Mirar así, parece, le alivia de la soledad.
—Cuando ocurre la oscuridad, cuando se produce el silencio de una voz así, que llevas dentro, descubres la soledad… Y la soledad es cada vez más grande; pero con ella nos vamos, así que hay que cuidarla, aceptarla y no temerla, sino adorarla de alguna manera. Es así y es así para todos.»


(Ángela Molina, entrevista con Juan Cruz, El País 20-01-14)